viernes, 11 de septiembre de 2015

Consideraciones sobre Apolo. Parte 1: Mitos

Después de la pequeña entrada que le dediqué en los inicios del blog, creo que es hora de analizar más a fondo la figura de éste dios que es uno de los más grandes dentro del panteón griego.
Hablo de Febo Apolo, el dios de la luz, de los deportes, la adivinación, la belleza masculina, la arquería, la divina distancia, protector contra las fuerzas malignas, la música, la poesía, patrón de los pastores y navegantes, la deidad con más culto después de su padre Zeus.
Al ser demasiadas las facetas de éste dios y tener la necesidad de someterlas todas bajo análisis, posiblemente esta entrada se dividirá en al menos cinco partes, las cuales serán las siguientes:

-Mitos: Algunos de los mitos más famosos del dios
-Esferas de influencia: Abordará las esferas de influencia de Apolo en la religión y la cultura griegas a través de la literatura
-Relaciones amorosas: Los amores de Apolo merecen, por si solos, un apartado.
- Apolíneo vs. Dionisíaco: La contraposición entre Apolo y Dionisos merece también atención. Sobre todo en lo que se refiere a que es una noción originada en la modernidad; los antiguos griegos no lo veían así.
- Mi opinión sobre Apolo: Considero oportuno dar mi opinión personal sobre la figura de éste dios, sobre todo habiéndole dedicado un estudio tan extenso
-Una sexta parte estará dedicada a las fuentes utilizadas a lo largo de toda la recopilación. Así por considerarlo más cómodo.
Pues vamos allá...
Primer plano de la cabeza del Apolo de Belvedere.

Mitos


Nacimiento

Zeus buscó los favores de Asteria, una de las hijas de Ceo y Febe, pero ésta lo eludió y, arrojándose al mar, se convirtió en una isla que luego se llamó Ortigia. El rey de los dioses subió entonces al lecho de la otra hermana, Leto, a la que dejó embarazada de mellizos.
Hera, enterada de que la titánide daría a luz a un hijo poderoso e irreprochable, que sería más caro a su padre que Ares, sintió celos y decretó que Leto no pudiera dar a luz en tierra alguna. De modo que cuando le llegó el momento de parir, anduvo errante de un lado a otro, pues ninguna tierra quería cobijarla por temor a las represalias de Hera.
Cuando llegó a Ortigia, no pudo más y dio a luz a Artemis allí. Luego siguió buscando un sitio donde aliviarse del segundo bebé. 
Su hija, dicen, la ayudó a cruzar a nado hasta Delos, donde nacería Apolo. Sin embargo hay tradiciones que dicen que a los dos los parió en Delos. Sin embargo, coinciden en que primero nació
Artemis, ya adulta, y ésta ayudaría a su madre a parir a su hermano.

El himno homérico a Apolo aborda esta cuestión con sumo detalle.
Empieza con la invocación al dios, tras lo cual se pregunta acerca de cual detalle versará su himno, ya que el dios es celebrado por muchos himnos. Se decanta por el episodio de su nacimiento.

"¿Cantaré talvez cómo al principio Leto te parió, gozo para los mortales, apoyada sobre el monte Cinto en la isla rocosa, en Delos, ceñida por las corrientes?"
                                                                          Himno homérico III; a Apolo

Luego narra el peregrinar de Leto en búsqueda de un lugar en el cual aliviarse de los dolores de parto. Pasa la diosa por Creta, por Atenas, Egina, Eubea, Egas, Iresias, Peparetos. Montes como el Ato, el Pelio, el Ida, Aútocane. Lemnos, Samos, Lesbos y Quíos. Claros, Mileto y Cos. Naxos, Paros, Gnido y Renea. Todas esas tierras recorrió, atormentada por la urgencia de parir al Flechador, y ninguna quiso acogerla por temor a Hera.
Pisó la diosa entonces, la isla flotante de Delos. Y se dirigió a la isla, preguntándole si deseaba ser la sede de su hijo Febo Apolo. Aquello la cubriría de honor, dijo, y la haría famosa. Se alegró ésta, pero sin embargo, le dice:

"...mas temo, Leto, cierta habladuría, y no voy a ocultártelo. Dicen, en efecto, que Apolo será alguien orgulloso en demasía y que ejercerá gran autoridad entre los mortales y los hombres mortales, dispensadores de cereales. Por eso siento naturalmente un temor en mi fuero interno y en mi ánimo, no sea que tan pronto como vea por primera vez la luz del sol, juzgando la isla indigna-pues realmente soy un puro pedregal-derribándome con sus pies, me eche a las profundidades del mar[...] "
                             Himno homérico III; a Apolo

Se ve pues que desde antes de que naciera siquiera, se ve a Apolo como una deidad de carácter orgulloso. También hay un cierto aire profético en las palabras de Delos "Dicen, en efecto, que Apolo será alguien..."; lo cual concuerda con el carácter oracular que más tarde adquiriría éste al apoderarse del oráculo de Delfos.

Tras esto nueve días estuvo Leto atormentada por los dolores, pues Hera retenía a Ilitía, la provocadora de las angustias del parto, esperando que tal trance matara a la madre o al retoño que llevaba en su vientre. Pero al llegar el noveno, las demás diosas se conmovieron de su sufrimiento y enviaron a Iris a por Ilitía, sobornándola con  un largo collar de nueve codos si iba hacia la isla. Cuando la diosa llegó a Delos, a Leto le sobrevino por fin el parto, y dio a luz apoyada al monte Cinto, por esto se le llamó Apolo Cintio.
Cuando el dios nació, fue alimentado por Temis con el dulce néctar y la ambrosía. Inmediatamente después de eso, crecería hasta hacerse adulto y recorrería la isla y sus alrededores. En agradecimiento por haber acogido a Leto, fijó a Delos al fondo del océano con lo cual la isla dejaría de andar errante por el Océano. A partir de áquel día, muchas tierras tendrían el aprecio del Certero Soberano, pero Delos guardaría un lugar muy especial en su corazón.
Siete cisnes dieron siete vueltas a la isla en el mismo momento en que el dios veía la luz por primera vez, el séptimo día, del séptimo mes. Por tanto, tales animales le son consagrados y su padre le habría regalado un carro dorado tirado por éstas aves.
Apenas nacido el dios proclamaría como suyos la cítara (la lira aún no existía) y el arco. Hace gala de su resolución de comunicar a los hombres la infalible determinación de Zeus. El Destino es visto así, como (al menos en parte) la voluntad de Zeus, de la cual es intermediario Apolo gracias al don de la profecía.
 El nacimiento de Apolo es el único episodio de éste tipo narrado en los mitos. No se ve a ninguna otra diosa en el trance del parto más que a Leto.

El episodio recogido en el himno homérico finaliza con una curiosa alusión del poeta.

"Mas ¡ea! sedme propicios, Apolo, junto con Artemis, ¡salud a todas vosotras [las Musas]! Y en adelante, acordaos de mí cuando alguno de los hombres de la tierra, un extranjero que llegue aquí después de haber sufrido mucho os diga:
-¡Muchachas! ¿Quién es el más dulce varón de los aedos que aquí os frecuentan y con el que más os deleitáis?
Vosotras, todas sin excepción, responded elogiosamente:
-Un ciego. Habita en la abrupta Quíos. Todos sus cantos son por siempre los mejores. "
                                                                 Himno homérico III; a Apolo

Es certera así la alusión a Homero, el poeta ciego nacido en Quíos en el siglo XVIII que habría compuesto estos himnos y también la Ilíada y la Odisea, joyas de la poesía épica.
El poeta, como el adivino, es poseído por la divinidad en cierta forma al escribir. Por algo pedirían la inspiración de las hijas de Mnemósine al inicio de sus obras.
La ceguera es un motivo común a ambos, a la adivinación por Tiresias, y a la poesía por Homero. Uno es una figura mítica; el otro una persona que sí fuera real, pero la que, por la falta de datos sobre su vida, podría haber sido tan mítica como Aquiles o Héctor.
No es casual entonces, que ambas disciplinas las tutele Febo.

Juventud. Python y el oráculo de Delfos. Daphne.

La segunda parte del himno homérico pasa a relatar como Apolo tomó posesión del oráculo de Delfos que le pertenecía a Gea, o a Temis. El dios bajó a la tierra a buscar un lugar que lo agradara para construir su templo. Llegó primero a Telfusa, pero fue disuadido a favor de Delfos, al pie de la garganta del Parnaso
Cuatro días después de nacido, al llegar a Delfos asesinó a la monstruosa Python una serpiente (o dragón, los griegos no diferenciaban entre ambos) hija de Gea, que guardaba el oráculo. Para ello usó el arco y las flechas, armas que hasta ahora solo habían sido usadas para la caza y no como armas defensivas. Hera, nos dice Apolodoro, sabía por un oráculo, que un hijo de Leto mataría a Python y por ello habría tratado de impedir que ésta diera a luz. El ardid no funcionó y Apolo mató al dragón, al cuarto día de nacido
"Apolo y la Python" Grabado por H. Goltzius

En el himno homérico, la criatura es designada simplemente como "Dragona" y podría ser que Homero se acogió a la versión en la que la criatura era una hembra, llamada Delphine. Es asesinada cerca de la fuente que posteriormente sería consagrada a las Musas y recibiría el nombre de Castalia por la ninfa homónima que se zambulló en sus aguas para huir de las atenciones del dios.
El nombre homérico de Delfos es Pito, proveniente de éste dragón. Así, el dios recibiría el nombre de Apolo Pitio, y la sacerdotisa que, resguardada en el oráculo, recitaba los designios del Destino, Pitia o Pitonisa.
Una vez que hubo construido el templo, necesitaba de gente que oficiara en él. Entonces, divisando un barco en las cercanías, se lanzó al mar y tomó la semblanza de un delfín. (Por esto también se dice que recibió el nombre de Delfinio) Alcanzó el buque, que llevaba consigo marineros cretenses y los conminó a convertirse en oficiantes de su templo.


"-Extranjeros que antes habitaís Cnosso, la bien arbolada, pero ahora ya no os veréis ya más de regreso a tan encantadora ciudad, cada uno a sus hermosas moradas y con sus amadas esposas, sino que aquí ocuparéis un espléndido templo, el mío, honrado por numerosos hombres. Yo soy el hijo de Zeus, Apolo me glorío de ser. A vosotros os traje aquí por cima de la gran hondura de la mar, sin albergar malas intenciones, sino que aquí ocupareis un espléndido templo, el mío, muy honroso para los hombres todos; conoceréis las determinaciones de los inmortales y por la voluntad de éstos sereis por siempre continuamente honrados por el resto de vuestros días.
[...] Así como yo al principio en la mar nebulosa, asemejándome a un delfín, salté sobre el raudo bajel, así invocadme con el nombre de Delfinio[...]  "

                                                                  Himno homérico III; a Apolo


Tiempo después, observó al hijo de Afrodita, a Eros, llevar tranquilamente el arco y las flechas. Febo habíase vuelto muy orgulloso tras matar a Python y pensaba que solo él era digno de llevar tales armas. Se burló pues, del hijo de Afrodita, diciéndole que haría mejor en dejarle tales armas a un hombre (se sobreentiende que estamos delante de la una de las versiones en las cuales se retrata a Eros como un niño)

"Apolo y Daphne", Gian Lorenzo Bernini.
Éste se enoja y le atraviesa el pecho con una de sus flechas, provocando que sintiera un amor abrasador por la primera mujer a la que viera tras ser impactado por la flecha. La elegida resulta ser Daphne, una ninfa dríade hija del río Peneo, que había jurado mantenerse virgen.
Eros entonces, atraviesa el pecho de la ninfa con una flecha. Pero esta vez, no tiene punta de oro, sino de plomo, y no provoca amor, sino odio.

La ninfa huye de él, pues, no queriendo tener nada con él. La persigue por mucho tiempo, hasta que ella suplica al Peneo que le cambie aquel cuerpo, con el cual ha sido demasiado deseada. En su lugar queda un árbol que desde ése día se llamará Daphne, esto es laurel, pues tal significa tal nombre en la lengua griega. Apolo consagra el árbol a él.
Por eso dicen que el primer amor de Apolo fue el árbol de laurel.


Asclepio y Admeto

Apolo tuvo de Corónide a Asclepio. Tras la muerte de la madre, llevó al niño con Quirón para que le enseñara sus artes. El muchacho heredó las dotes médicas de su padre y se volvió tan diestro en el arte de la curación que incluso fue capaz de resucitar a Hipólito, el hijo de Teseo.
Al ver esto, Zeus y Hades sintieron temor; el primero de que aquello causara un desequilibrio en el cosmos y el segundo de quedarse sin súbditos si es que el joven seguía resucitando a la gente.
Cuando Zeus asesinó a Asclepio, Apolo, en venganza, asesinó a los Cíclopes. Por ello, debió haber sido desterrado al Tártaro, pero la intervención de Leto logró salvarlo de ése destino. En cambio, fue enviado a servir a un hombre durante el espacio de un año.
Escogió como destino Feras y al hombre al que le serviría era el rey del lugar, Admeto. El rey trató gentilmente al dios y le dio un buen trato en el tiempo en que estuvo bajo su mando. Apolo, agradecido, le otorgó grandes beneficios, e incluso se dice que lo ayudó a conseguir a la doncella que sería su esposa, Alcestis. Esto contrasta con el hecho de que Apolo se habría enamorado de Admeto, pero habría decidido callarlo en aras de no intervenir con su felicidad.

"Invocamos también a Apolo como Nomio desde que en las riberas del Anfriso, cuidaba de las yeguas de tiro, ardiendo de deseo por el joven Admeto.
Fácilmente, el ganado se multiplicará, y las cabras de los rebaños no carecerán de crías. Apolo fija en ellas, mientras pacen, sus ojos. Las ovejas darán leche y no permanecerán estériles, y todas tendrán descendencia, y la que parió una cría, dará a luz en seguida, gemelos"
                                                            Calímaco. Himno a Apolo.

Cuando Admeto enfermó de gravedad, el dios, desesperado, intentó revertir la suerte de aquel a quien le tenía tanto aprecio.
Zeus le negó cambiar el destino de Admeto pero, para tranquilizar a su hijo, le dijo que éste se salvaría si alguien más tomaba su lugar. Al final la única con el suficiente valor de sacrificarse por él fue su esposa Alcestis.


Niobe 


Niobe era hija de Tántalo. Casada con Anfión, reinaba en Tebas. 
Envidiosa del culto que le daban a Leto, creyéndose ella más digna de tal, se burló de la diosa por solo haber tenido dos retoños, mientras que ella había tenido siete varones y siete hembras. Diçho esto, prohibió los cultos a la diosa. 
Ésta, ofendida, acudió a sus hijos para que vengaran el agravio. 

"La diosa se indignó y en la cima del Cinto habló con sus hijos de éste modo:
-He aquí que yo, vuestra madre, orgullosa de haberos dado el ser, que no cedo ante ninguna diosa, excepto Juno, dudo de si soy una diosa; seré apartada de los altares en los que he sido venerada durante todos los siglos, ¡oh, hijos!, si vosotros no me socorreís. Y no es solo éste dolor: al horroroso hecho, la hija de Tántalo ha añadido la afrenta y se ha atrevido a posponeros a sus hijos y dijo que yo, lo cual recaiga sobre ella, no tenía descendencia, y ha mostrado con perfidia la lengua paterna"

                                                               Ovidio, Las Metamorfosis
Apolo y Artemis asesinan a los Nióbidos. Autor desconocido

Seguido de eso, ambos dioses se proponen a castigar semejante afrenta. Sigue la narración de la muerte de los siete hijos varones. El último en pie clama por misericordia y logra mover a piedad el corazón del dios, pero es demasiado tarde: la saeta ya ha sido disparada.

Todavía le quedan fuerzas a Niobe para hablar con soberbia en contra de Leto: Tiene aún siete hijas, más que los de la titánide. La alegría le dura poco, pues ahí mismo, frente a sus ojos, Artemis asesina a sus hijas. La madre intenta proteger a su último retoño, la más pequeña, y suplica que le dejen al menos a una sola de sus hijos. Pero Artemis no escucha, y la pequeña sigue a sus hermanos rumbo al Hades.

Es entonces cuando la desgraciada se encuentra de repente sin hijos, y viuda, pues su marido se ha quitado la vida, desesperado. Se va hacia el monte, llorando sin cesar y se transforma en piedra. Sus lágrimas siguen fluyendo y forman el río Aqueloo.

Y con esto cierro la primera entrada dedicada al dios de Delfos. La próxima semana le tocará el turno a sus esferas de influencia. Espero que hayan aprendido algo nuevo


Torso Apolo de Belvedere